Marx

Para Marx (Alemania, 1818-1883) el hombre, el sujeto real era un ser perfectible. Su imaginación y potencialidad creadoras son infinitas. Sin embargo, en el momento en el que Marx escribe, se consolida el capitalismo y el desarrollo de las fábricas. Los obreros que trabaja en ellas largas jornadas pasan la mayor parte de su tiempo encerrados.

Para Marx, lo que distingue al hombre de los animales es el trabajo, el hecho y la capacidad de poder usar la razón y la imaginación para tomar un objeto de la naturaleza y convertirlo en algo nuevo: crear algo. Pero, durante el capitalismo, el hombre como obrero, no produce algo nuevo, sino que produce en serie. No produce todo el objeto, solo una parte. Eso lo obliga a repetir durante horas de la mayor parte de su vida el mismo movimiento rutinario. En este sentido, el hombre se confunde con la máquina. La película Tiempos Modernos contiene una escena que más ejemplifica esta situación (foto). El ser humano se transforma en un autómata.

Según Marx, el ser humano, en el capitalismo, está alienado, es decir, está “separado de”, “privado de”, justamente sus facultades propiamente humanas, de la imaginación y la creación, de su voluntad y de sus deseos.

El Primer Manuscrito de Karl Marx nos introduce en lo que denominó el trabajo enajenado. Con la modernidad, con la aparición del capitalismo industrial y las ideas liberales que acompañaron la constitución de los Estados-Nación, se da lugar también la reflexión de una economía política que parte del hecho de la propiedad privada, pero Marx señala que no explica su origen. La explicación que da Marx es que hay propiedad privada porque hay trabajo enajenado. Este Primer Manuscrito trabajará sobre la idea de alienación o enajenación del hombre.

¿Cuál es la idea de hombre desde la que parte Marx, y por qué el hombre se enajena en el trabajo, tal y como ha sido planteado por las sociedades capitalistas?

Marx habla del hombre como ser genérico, refiriendo con ello la conciencia que el hombre tiene de sí mismo, no sólo como individuo, sino como especie humana. Esta conciencia de sí mismo es lo que constituye al hombre como tal, así como su libertad. La naturaleza es el cuerpo inorgánico del hombre. La actividad vital es objeto de su voluntad y de su conciencia, y esto es lo que distingue al hombre de los animales, que no distinguen su actividad de sí mismos. En este sentido, el trabajo tiene que ver con una elección y con la manipulación de la naturaleza inorgánica. El hombre puede producir libre de la necesidad física y, de acuerdo con Marx, sólo produce verdaderamente cuando está libre de esta necesidad. Esta producción del ser genérico es el trabajo sobre el mundo objetivo, y es la vida activa de la especie. El objeto del trabajo es la objetivación de la vida del hombre como especie.

Ahora bien, con el trabajo enajenado se invierte la relación del ser genérico con la actividad vital. El hombre, como ser con conciencia de sí hace de su actividad vital, de su ser, sólo un medio para su existencia. Porque con el trabajo enajenado, el trabajador pone su vida en el objeto y su vida no le pertenece ya a él sino a el objeto. Así es como el trabajador se vuelve más pobre en la medida en que produce más riqueza. El trabajador se convierte en una mercancía: se trata de la devaluación del mundo humano con el incremento de valor del mundo de las cosas. El producto de su trabajo le es ajeno, en la medida en que no le pertenece. Y si no le pertenece es porque le pertenece a otro hombre: el capitalista.

La enajenación del trabajo consiste entonces en que el trabajo es externo al trabajador, éste no se realiza en su trabajo, sino que se niega. No es un trabajo voluntario, sino impuesto, puesto que no se trata de la satisfacción de una necesidad, sino de un medio para satisfacer sus necesidades. Por último, no es su propio trabajo, sino el trabajo para otro. De esta manera, la enajenación del trabajo reduce al hombre a sus funciones animales.

Por esto, Marx afirma: “En consecuencia, el obrero no se afirma en su trabajo, sino que se niega; no se siente cómodo sino desventurado; no despliega una libre actividad física e intelectual, sino que martiriza su cuerpo y arruina su espíritu… El obrero solo tiene la sensación de estar consigo mismo cuando está fuera de su trabajo; y cuando está en su trabajo, se siente fuera de sí”.

Cine

Les recomendamos dos películas sobre las cuales pueden conceptualizar a partir de las lecturas de Marx:


Tiempos modernos es un largometraje de 1936 dirigido, escrito y protagonizado por el célebre actor Charles Chaplin. La película constituye un retrato de las condiciones desesperadas de empleo que la clase obrera tuvo que soportar en la época de la Gran depresión, condiciones promovidas, en la visión dada por la película, por la eficiencia de la industrialización y la producción en cadena.

Ressources humaines (en español Recursos humanos) es una película franco-británica filmada en el año 1999 dirigida por Laurent Cantet. La película relata la historia y los hechos que atraviesa Franck, un joven universitario, hijo de obreros, que vuelve a su pueblo como pasante en el departamento de recursos humanos de la misma fábrica donde trabajan su hermana y su padre. Cuando llega comienza a hacer su trabajo de la mejor manera posible, intentando integrarse no sólo a los ejecutivos sino también a los obreros. Conforme pasa el tiempo se da cuenta que los sindicalistas están muy en desacuerdo con las decisiones de los ejecutivos.


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