Selección de textos sobre "filosofía"
Texto 1: JASPERS, Karl. La filosofía. Buenos Aires, FCE, 1978.
“La historia de la filosofía como pensar metódico tiene sus comienzos hace dos mil quinientos años, pero como pensar mítico mucho antes.
Sin embargo, comienzo no es lo mismo que origen. El comienzo es histórico y acarrea para los que vienen después un conjunto creciente de supuestos sentados por el trabajo mental ya efectuado. Origen es, en cambio, la fuente de la que mana en todo tiempo el impulso que mueve a filosofar. Únicamente gracias a él resulta esencial la filosofía actual en cada momento y comprendida la filosofía anterior.
Este origen es múltiple. Del asombro sale la pregunta y el conocimiento, de la duda acerca de lo conocido el examen crítico y la clara certeza, de la conmoción del hombre y de la conciencia de estar perdido la cuestión de sí propio. Representémonos ante todo estos tres motivos.
Primero. Platón decía que el asombro es el origen de la filosofía. Nuestros ojos nos “hacen ser partícipes del espectáculo de las estrellas, del sol y de la bóveda celeste”. Este espectáculo nos ha “dado el impulso de investigar el universo. De aquí brotó para nosotros la filosofía, el mayor de los bienes deparados por los dioses a la raza de los mortales”. Y Aristóteles: “Pues la admiración es lo que impulsa a los hombres a filosofar: empezando por admirarse de lo que les sorprendía por extraño, avanzaron poco a poco y se preguntaron por las vicisitudes de la luna y del sol, de los astros y por el origen del universo.”
El admirase impele a conocer. En la admiración cobro conciencia de no saber. Busco el saber, pero el saber mismo, “no para satisfacer ninguna necesidad común”.
El filosofar es como un despertar de la vinculación a las necesidades de la vida. Este despertar tiene lugar mirando desinteresadamente a las cosas, al cielo, al mundo, preguntando qué sea todo ello y de dónde todo ello venga, preguntas cuya respuesta no serviría para anda útil, sino que resulta satisfactoria por sí sola.
Segundo. Una vez que he satisfecho mi asombro y admiración con el conocimiento de lo que existe, pronto se anuncia la duda. A buen seguro que se acumulan los conocimientos, pero ante el examen crítico no hay nada cierto. Las percepciones sensibles están condicionadas por nuestros órganos sensoriales y son engañosas o en todo caso no concordantes con lo que existe fuera de mí independientemente de que sea percibido o en sí. Nuestras formas mentales son las de nuestro humano intelecto. Se enredan en contradicciones insolubles. Por todas partes se alzan unas afirmaciones frente a otras. Filosofando me apodero de la duda, intento hacerla radical, mas, o bien gozándome en la negación mediante ella, que ya no respeta nada, pero que por su parte tampoco logra dar un paso más, o bien preguntándome dónde estará la certeza que escape a toda duda y resista ante toda crítica honrada.
La famosa frase de Descartes “pienso, luego existo” era para él, indudablemente cierta cuando dudaba de todo lo de más, pues ni siquiera el perfecto engaño en materia de conocimiento, aquel que quizá ni percibo, puede engañarme acerca de mi existencia mientras me engaño al pensar.
La duda se vuelve como duda metódica la fuente del examen crítico de todo conocimiento. De aquí que sin duda radical, ningún verdadero filosofar. Pero lo decisivo es cómo y dónde se conquista a través de la duda misma el terreno de la certeza.
Y tercero. Entregado el conocimiento de los objetos del mundo, practicando la duda como la vía de la certeza, vivo ente y para las cosas, sin pensar en mí, en mis fines, mi dicha, mi salvación. Más bien estoy olvidado de mí y satisfecho de alcanzar semejantes conocimientos. La cosa se vuelve otra cuando me doy cuenta de mí mismo en mi situación.
El estoico Epicteto decía: “El origen de la filosofía es el percatarse de la propia debilidad e impotencia.” ¿Cómo salir de la impotencia? La respuesta de Epicuro decía: considerando todo lo que no está en mi poder como indiferente para mí en su necesidad, y, por el contrario, poniendo en claro y en libertad por medio del pensamiento lo que reside en mí, a saber, la forma y el contenido de mis representaciones.
Cerciorémonos de nuestra humana situación. Estamos siempre en situaciones. Las situaciones cambian, las ocasiones se suceden. Si éstas no se aprovechan, no vuelven más. Puedo trabajar por hacer que cambie la situación. Pero hay situaciones que por su esencia permanentes, aun cuando se altere su apariencia momentánea y se cubra de un velo su poder sobrecogedor: no puedo menos de morir, ni de padecer, ni de luchar, estoy sometido al acaso, me hundo inevitablemente en la culpa. Estas situaciones fundamentales de nuestra existencia humana las llamamos situaciones límites. Quiere decirse que son situaciones de las que no podemos salir y que no podemos alterar. La conciencia de estas situaciones límites es después del asombro y de la duda el origen, más profundo aún, de la filosofía. En la vida corriente huimos frecuentemente ante ellas cerrando los ojos y haciendo como si no existieran. Olvidamos que tenemos que morir, olvidamos nuestro ser culpables y nuestro estar entregados al acaso. Entonces sólo tenemos que habérnoslas con las situaciones concretas, que manejamos a nuestro gusto y a las que reaccionamos actuando según planes en el mundo, impulsados por nuestros intereses vitales. A las situaciones límites reaccionamos, en cambio, ya velándolas, ya cuando nos damos cuenta realmente de ellas, con la desesperación y con la reconstitución: llegamos a ser nosotros mismos en una transformación de la conciencia de nuestro ser.”
Texto 2: DELEUZE, Gilles y Félix Guattari. ¿Qué es la filosofía? Madrid, Anagrama, 1993.
“El filósofo es el amigo del concepto, está en poder del concepto. Lo que equivale a decir que la filosofía no es un mero arte de formas, inventos o productos. La filosofía, con mayor rigor, es la disciplina que consiste en crear conceptos. (…) Crear conceptos siempre nuevos, tal es el objeto de la filosofía. El concepto remite al filósofo como aquél que lo tiene en potencia, o que tiene su poder o su competencia, porque tiene que ser creado. No cabe objetar que la creación suele adscribirse más bien al ámbito de lo sensible y de las artes, debido a lo mucho que el arte contribuye a que existan entidades espirituales, y a lo mucho que los conceptos filosóficos son también sensibilia. A decir verdad, las ciencias, las artes, las filosofías son igualmente creadoras, aunque corresponda únicamente a la filosofía la creación de conceptos en sentido estricto. Los conceptos no nos están esperando hechos y acabados, como cuerpos celestes. No hay firmamento para los conceptos. Hay que inventarlos, fabricarlos o más bien crearlos, y nada serían sin la firma de quienes lo crean.”
“Por supuesto, los conceptos nuevos tienen que estar relacionados con problemas que sean nuestros, con nuestra historia y sobre todo con nuestros devenires. Pero ¿qué significan los conceptos de nuestra época o de una época cualquiera? Los conceptos no son eternos, pero ¿se vuelven acaso temporales por ello? ¿Cuál es la forma filosófica de los problemas de la época actual? Si un concepto es “mejor” que uno anterior, es porque permite escuchar variaciones nuevas y resonancias desconocidas, porque efectúa reparticiones insólitas, porque aporta un Acontecimiento que nos sobrevuela. ¿Pero no es eso lo que hacía ya el anterior? Y así, si se puede seguir siendo platónico, cartesiano, kantiano hoy en día, es porque estamos legitimados para pensar que sus conceptos pueden ser reactivados en nuestros problemas e inspirar estos conceptos nuevos que hay que crear. ¿Y cuál es la mejor manera de seguir a los grandes filósofos, repetir lo que dijeron, o bien hacer lo que hicieron, es decir, crear conceptos para unos problemas que necesariamente cambian?”
“Criticar no significa más que constatar que un concepto se desvanece, pierde sus componentes o adquiere otros nuevos que lo transforman cuando se lo sumerge en un ambiente nuevo. Pero quienes critican sin crear, quienes se limitan a defender lo que se ha desvanecido sin saber devolverle las fuerzas para que resucite, constituyen la auténtica plaga de la filosofía.”
Texto 3: FOUCAULT, Michel. Historia de la sexualidad. VOL. 2 El uso de los placeres. México, Siglo XXI, 1986.
“Se trata de la curiosidad [propia de la actividad filosófica]: el único tipo de curiosidad, en todo caso, que merece la pena practicar con cierto empeño: no aquélla que intenta asimilar lo que conviene conocer, sino la que permite desprenderse de uno mismo. ¿De qué valdría la obstinación del saber si no hubiera de asegurar más que la adquisición de conocimientos y no, de un cierto modo y tanto cuanto se pueda, el extravío de quien conoce? Hay momentos en la vida en los que la cuestión de saber si se puede pensar de otro modo que como se piensa y percibir de otro modo que como se ve es indispensable para continuar mirando y reflexionando. Quizá se me diga que estos juegos [de uno] consigo mismo han de permanecer entre bastidores; que forman parte, como mucho, de esos trabajos de preparación que se borran por sí solos cuando han surtido sus efectos. Pero entonces, ¿qué es hoy la filosofía –me refiero a la actividad filosófica– si no es el trabajo crítico del pensamiento sobre sí mismo? ¿Y acaso no consiste, en lugar de en legitimar lo que ya se sabe, en intentar saber cómo y hasta dónde sería posible pensar de otro modo? Siempre hay algo de irrisorio en el discurso filosófico cuando quiere, desde el exterior, dictar la ley a los demás, decirles dónde está su verdad y cómo encontrarla; o cuando está seguro de juzgarlos con inocente objetividad; pero está en su derecho de explorar lo que, al ejercerse respecto de un saber que le es extraño, puede ser cambiado en su propio pensamiento. El ensayo –que es preciso entender como experiencia modificadora de uno mismo en el juego de la verdad y no como apropiación simplificadora de otro con fines de comunicación- es el cuerpo vivo de la filosofía, al menos si ésta es hoy todavía lo que antaño fue, es decir, una «ascesis» , un ejercicio de sí, en el pensamiento.”
Texto 4: HORKHEIMER, Max. Teoría crítica. Buenos Aires, Amorrortu, 1990.
"La filosofía insiste en que las acciones y fines del hombre no deben ser producto de una ciega necesidad. Ni los conceptos científicos ni la forma de la vida social, ni el modo de pensar dominante ni las costumbres prevalecientes deben ser adoptadas como hábito y practicadas sin crítica. El impulso de la filosofía se dirige contra la mera tradición y la resignación en las cuestiones decisivas de la existencia; ella ha emprendido la ingrata tarea de proyectar la luz de la conciencia aun sobre aquellas relaciones y modos de reacción humanos tan arraigados que aparecen naturales, invariables y eternos. (…). Cuando se dijo que la tensión entre filosofía y realidad es fundamental, no comparable a las dificultades ocasionales que debe afrontar la ciencia en la vida de la sociedad, ello se refería la tendencia, inherente a la filosofía, a no dejar que el pensamiento se interrumpa en ninguna parte y a someter a un control especial todos aquellos factores de la vida que, por lo común, son tenidos por fuerzas fijas, incontrastables, o por leyes eternas.”
“Por esta razón se plantean discusiones en filosofía, y, si ellas se refieren a su concepto, son mucho más radicales e irreconciliables que en las ciencias. La filosofía, en oposición a otras disciplinas, no tiene un campo de actividad fijamente delimitado dentro del ordenamiento existente. Este ordenamiento de vida, con su jerarquía de valores, constituye un problema en sí mismo para la filosofía. Si la ciencia puede aún acudir a datos establecidos que le señalan el camino, la filosofía, en cambio, debe siempre confiar en sí misma, en su propia actividad teórica. La determinación de su objeto forma parte de su programa en medida mucho mayor que en el caso de las ciencias especiales, aun hoy, cuando estas se encuentran tan concentradas en problemas de teoría metodológica. (…) La verdadera función social de la filosofía reside en la crítica de lo establecido. Eso no implica la actitud superficial de objetar sistemáticamente ideas o situaciones aisladas, que haría del filósofo un cómico personaje. Tampoco significa que el filósofo se queje de este o aquel hecho tomado aisladamente, y recomiende un remedio. La meta principal de esta crítica es impedir que los hombres se abandonen a aquellas ideas y formas de conducta que la sociedad en su organización actual les dicta. Los hombres deben aprender a discernir la relación entre sus acciones individuales y aquello que se logra con ellas, ente sus existencias particulares y la vida general de la sociedad, entre sus proyectos diarios y las grandes ideas reconocidos por ellos. La filosofía descubre la contradicción en la que están envueltos los hombres en cuanto, en su vida cotidiana, están obligados a aferrarse a ideas y conceptos aislados. (…) Más allá de la importancia, explícita o implícita, consciente o inconsciente, que la investigación de problemas sociales reviste en la filosofía, queremos insistir una vez más en que la función social de esta no consiste primariamente en ello, sino en el desarrollo del pensamiento crítico y dialéctico. La filosofía es el intento metódico y perseverante de introducir la razón en el mundo; eso hace que su posición sea precaria y cuestionada. La filosofía es incómoda, obstinada, y además, carece de utilidad inmediata; es, pues, una verdadera fuente de contrariedades. Le faltan criterios unívocos y pruebas concluyentes. (…) En la filosofía, a diferencia de la economía o la política, crítica no significa la condena de una cosa de una cosa cualquiera, ni el maldecir contra esta o aquella medida; tampoco la simple negación o el rechazo. Es cierto que, en determinadas condiciones, la crítica puede tener esos rasgos puramente negativos; de ello hay ejemplos en la época helenística. Pero lo que nosotros entendemos por crítica es el esfuerzo intelectual, y en definitiva práctico, por no aceptar in reflexión y por simple hábito de ideas, los modos de actuar y las relaciones sociales dominantes, el esfuerzo por armonizar, entre sí y con las ideas y metas de la época, los sectores aislados de la vida social.”
Concepto, sombra de idea
ResponderEliminarCuando el tenedor aún no existía, un hombre tuvo que crear la idea y al darle vida con su pensar pudo construirlo en la materia. Al crear una idea de tenedor, su pensar hizo un trabajo diferente a la mera reflexión sobre algo existente en la naturaleza. Su pensar, hasta entonces, podía reflexionar sobre los objetos dados. Tras la contemplación del árbol lograba formarse un concepto de árbol. En realidad, no tenía una relación directa con el ser espiritual, la idea árbol. El concepto muerto que alcanzaba con el pensar era una sombra de este ser ideico. Creer que el concepto árbol es la idea viva árbol sería escuchar la música de la flauta y creer que es flauta.
Pero de algo no existente aún en la materia no es posible, a través de la percepción, formar un concepto. Cuando el hombre reflexiona acerca de lo que percibe, no está creando nada nuevo, observa la creación ajena. Cuando necesita idear, su pensar se vuelve activo; es un pensar vivo. Es esta actividad pensante la que permita al hombre salirse de lo dado, transformarse en creador.
Esta es una diferencia entre el pensar creador (o creativo) y la reflexión acerca de lo creado. El primero tiene que ver con lo que no percibimos en la materia, el segundo con las verdades sobre objetos perceptibles.
Nuestros ejemplos son el árbol y el tenedor. Aunque el hombre pueda acceder a ambas verdades usó dos caminos distintos para llegar a ellas. En el segundo caso fue necesario el desarrollo del pensar creativo en el hombre, donde la idea llega antes que el objeto. Tengamos en cuenta ahora el ideal de Justicia. Justicia no es un objeto perceptible; como lo era el árbol. La Justicia es el ser ideico, y al no tener una expresión perceptible para nuestros sentidos físicos, necesitamos un pensar creador para vivenciar esta idea. Sólo por medio de un pensar creativo somos capaces de crear algo que nuestros sentidos físicos no pudieron percibir. Igual pasa con los ideales, los Eidos: sólo en el pensar vivo nos encontramos, y un pensar muerto (reflexivo-abstracto) no llega a experimentarlos. Si ignoramos como suena una flauta traversa, al escuchar su música no podríamos decir “lo que está sonando en el aula de al lado es una flauta traversa”. Lo mismo ocurre con los Eidos. Cada Eidos tiene su forma de expresarse en la materia, y una vez que el hombre reconoce la idea, puede vivenciar su expresión constantemente. Por ejemplo el número dos, que podemos conocerlo como un concepto abstracto separado del mundo, o bien, como la ley viva que se expresa en las dualidades de la existencia. Lo primero pertenece a una esfera anímica del pensar que está ligado al alma racional. Este pensamiento es la sombra de los Eidos, el cadáver intelectual del pensar vivo, y es frío, abstracto. Un exceso de esta actividad de reflexión racional produce un resecarse del alma. Y aunque entendamos racionalmente que el dos aparece en lo que nos rodea, (día-noche, femenino-masculino, etc.) seguiría siendo una reflexión.
El prensar por el cual tenemos vivencia de los Eidos es el pensar intuitivo. Este pensar vivo se anticipa a la idea: primero es necesario ver (intuir) la idea para comprobar luego su expresión en el mundo. A estas ideas se llega con el pensar intuitivo. Cuando el hombre capta la idea, los fenómenos que en su vida resultaban incomprensibles, comienzan a explicarse con claridad.
El árbol es perceptible y, reflexionando, puede ser entendido por el hombre. La Justicia, en cambio, no es perceptible, no puede ser abordada por la reflexión, pero sí por la intuición del ser humano.
Al decir que el hombre se relaciona con estos seres ideicos, no necesariamente ve una imagen o una figura del Eidos o escucha su voz nítida. Esto habría sido posible mucho antes de la Antigua Grecia, pero hoy el hombre tiene acceso al mundo de las ideas mediante un pensar de índole espiritual. Cuando el hombre se eleva en esta esfera espiritual intuye los ideales.
extracto de "El Puente", Sol Giadorou
Gracias Sol!Sería bueno que nos digas también el nombre del autor de "El puente". Interesante esto de la distancia que hay entre el concepto de flauta y la flauta misma. Hay una pintura de rené Magritte, que pueden buscarla, que dice "esto no es una pipa". Bueno, la idea de Magritte en esa pintura es mostrar justamente que la representación (en este caso el "dibujo" de la pipa, pero podría ser también el concepto) nunca es la cosa a la que hace referencia. La pipa de Magritte no es una pipa, porque no puedo fumarla. Es sólo su representación. Un saludo,
ResponderEliminarEl pensamiento crítico es aquel que permite “que uno se libre de uno mismo, posibilita pensar de manera diferente, en lugar de legitimar lo que ya se conoce, aprender hasta qué punto el esfuerzo de pensar la propia historia puede liberar al pensamiento de lo que piensa para permitirle pensar de manera diferente”. Es decir, es la posibilidad de pensar correctamente, sin prejuicios ni esquemas mentales y a la vez la posibilidad de pensar la realidad, y de esta forma cuestionarla y transformarla.
ResponderEliminarEl pensamiento crítico permite analizar cualquier realidad incluso la propia; brinda además la posibilidad de volver sobre sí mismo y de analizarse, lo cual permite que el individuo se modifique, se transforme y se reestructure a sí mismo..
Reflexión sobre Focault
Marcia
Gracias Marcia. No sé si Foucault diría "pensar correctamente", porque ¿hay una única forma de pen sar? ¿hay "una" manera de pensar? o ¿hay una manera de pensar "bien"? Me parece que de lo que tenemos que liberarnos -y supongo que Foucault diría algo parecido- es de esa instancia moralizadora del pensamiento. Si decimos que hay una manera de pensar correcta o maneras mejoradas, seguimos siendo bien modernos, en el sentido en que detrás de eso se esconde la idea de que el pensamiento -como la ciencia- progresa. No hay para Foucault esa idea de progreso ni de ciencia. Foucault sospecha de la ciencia en sus pretensiones de universalidad y objetividad.
ResponderEliminarPero sí se trata de eso de liberarse de los prejuicios que tenemos para pensar algo nuevo, algo no pensado antes, para poder tranformanos y transformar. Esa idea de sujeto es la que queremos destacar de Foucault.
Una cosa más, el texto del comentario de Sol es de ella!!! Bravo por el escrito.
Saludos a todos,
Nunca leí a Foucault, pero, !qué capo! Con respecto a pensar correctamente y qué es el pensar los invito a hacer un ejercicio muy entretenido, quizas la profe puede decirlo en clase. es escribir un texto con título: cómo pienso. así de simple. autobservación del ejercicio pensante, a ver qué sale!
ResponderEliminaracá les dejo el mío,
¿Cómo pienso?
Mi pensar es caótico es impulsivo a veces se organiza sigue un hilo, pero es difícil llegar a que eso suceda. De pronto, casi inspirada, escupo ideas tan abstractas que me cuesta poner en palabras, pero algo en mí me dice que ahí están. Es como una sabiduría abarcante. Trato de penetrarla. Darle forma para poder bajarla a la tierra pero ¡qué difícil es! Vuelvo y revuelvo sobre lo pensado, cual disco rayado y rápido aparecen otras molestias, imágenes cotidianas, o impresiones que quedaron ahí dando vueltas, del día o del sueño, la voz de al algún compañero, esa canción que sonó en la radio del bondi…
Siento que mi pensar se me va de las manos. Intento concentrarme en vano. El hambre o la sed… extrañar a alguien. Se cuela algún sentimiento, emoción, el mosquito, me distraigo; tan dispersa. Así también son mis ideas… además todo es posible y si afirmo algo me contradigo. Tengo varias posturas y todas tienen algo de cierto, ¿centrista? No sé si pienso bien o estoy pensando… hay veces que sí; que estoy tranquila. Y puedo abstraerme si me lo propongo. Mi cuerpo esta quieto, en realidad creo que pierdo conciencia de él. Creo, porque sólo cuando salgo de la abstracción, de la línea del pensar, veo que los músculos de mi cabeza están endurecidos, y arrugo la frente. Me relajo, muchas veces no puedo volver… o no recuerdo tan nítidamente las imágenes antes formadas. Igual casi nunca pienso en imágenes. Son todas más bien palabras. Cuando puedo. Si no, ideas sin habla. Mudas y nebulosas. A veces para pensar escribo; aunque muchas para escribir no pienso.
No sé de donde nace mi pensar. Quizá de cómo veo al mundo y cómo me vivencio en él. Creo que mi pensar no es muy objetivo, y que me esfuerzo y me convenzo de que lo entiendo… y de que entiendo al mundo. Creo que mi pensar es la mezcla de todo lo que leí, escuche, vi. No. Ese no es mi pensar. Eso es otra cosa. Cómo pienso... Por ejemplo me pasa algo importante, que generalmente involucra en gran medida mis sentimientos. Y digo: no puedo estar tan mal, entonces digo: me voy a poner a pensar qué me pasa, y me pongo a pensar. Primero trato de agotar todas las posibles causas, diferentes variables, inventar teorías, todas las que se me ocurran, que puedan parecer ciertas. Las reflexiono una a una. Trato de ver qué siento con cada una, cual es más sincera para mí. Cual sería más sincera para otro. Una y otra vez lo pongo en palabras, hecho por hecho, cronológicamente. Mi vivencia, lo que sentí, cómo, recuerdo, trato de ser fiel a mi experiencia. Busco detalles, algo que me de una pista de porqué. Busco qué había detrás de mi reacción, mis sentimientos, lo que sea. Algo más profundo y estable que los sentimientos. Algo más sólido donde pueda apoyarme para formar un juicio, una idea. En el medio me distraje muchas veces. Puedo pasar días intentando explicarme algo, después, cunado mis ideas se van puliendo si puedo se las cuento a alguien, o las escribo. Me gusta que queden plasmadas, porque cuando pasa el tiempo y me alejo un poco puedo volver con más herramientas y mejorar la idea o simplemente compararla con otras más nuevas.
SOL Marzo 29-03-2006
Buena idea Sol, para el que se prenda! Bueno, es un poco lo que les comentaba en la clase: hay que comenzar a ejercitar la escritura. Les dejo algo para el ejercicio que propone Sol, que lo escribí hace poquito: http://entrelapalabrayelabismo.blogspot.com/2010/06/para-que-escribir.html, y sino también lo encuentran en http://puracultura.org
ResponderEliminarSaludos, suerte en los exámenes de la semana que viene!